Rosa Palacín, investigadora en el Institut de Ciència de Materials de Barcelona —ICMAB— perteneciente al CSIC —Consejo Superior de Investigaciones Científicas— fue la encargada de exponer las ventajas y retos que suponen las baterías de ión-litio.
“El cambio no será en las baterías en sí mismas, que ya existen, sino que el desarrollo vendrá por las prestaciones añadidas, las mejoras que aporten”, expuso. En este sentido, explicó que las necesidades del usuario serán las que impulsen al cambio: “por ejemplo, no es igual la necesidad de duración de una batería en un smartphone que en un coche eléctrico”. Para Palacín, además, en los últimos tiempos está jugando un papel muy importante el tema de la sostenibilidad: “Las actuales baterías incorporan materiales tóxicos y, además, no son abundantes, y su explotación es también muy controvertida”. Asimismo, la investigadora expuso las actuales desventajas que estas baterías deben superar para ser una alternativa real: “Hay que mejorar la seguridad de las celdas, todavía tienen un precio elevado, es necesario mejorar su uso en determinadas temperaturas, la duración no es óptima….”. Y puntualizó que no “existe una única tecnología de ión-litio. El polo negativo es básicamente grafito pero para el positivo se pueden utilizar diferentes materiales, metales, cobalto, manganeso, etc… por lo que las posibilidades se multiplican”.
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